DEFINICIÓN
Lesión localizada entre la rodilla y el tobillo que no cicatriza por lo menos durante cuatro semanas y que ocurre en presencia de insuficiencia venosa crónica.
EPIDEMIOLOGÍA
Son el tipo más común de úlceras de la extremidad inferior. Entre el 75 y el 80% de las úlceras de la extremidad inferior son de etiología venosa. El incidente es entre dos y cinco nuevos casos por mil personas y año. Si consideramos los datos de otros países, como el Reino Unido, podemo hablar del 0,1 al 0,3 %, que se incrementa con la edad.
ETIOPATOGÉNIA
La insuficiencia venosa crónica (IVC) hace referencia a un grupo de síndromes clínicos cuya base fisiopatológica común es la hipertensión venosa ambulatoria y evolutiva en las extremidades inferiores.
La hipertensión venosa (HTV) puede originarse de forma primaria o secundaria. En la forma primaria, la causa más frecuente son alteraciones congénitas o hereditarias que afectan la funcionalidad y distribución valvular en ciertos segmentos venosos, y las alteraciones morfológicas de la pared venosa. Las angiodisplasias se consideran formas primarias con alteraciones morfológicas más complejas. En las formas secundarias, la trombosis del sistema venoso profundizo es la causa más frecuente.
La hipertensión venosa puede afectar al sistema venoso superficial (sistema de la vena safena interna o externa) y provocar el desarrollo de varices o afectar al sistema venoso profundo (sectores iliofemoral o fémoropoplíteo). La afectación de estos sistemas puede ser simultánea o única.
Entre los factores de riesgo que contribuyen al desarrollo de la hipertensión venosa y condicionan la aparición de manifestaciones clínicas y el curso evolutivo se encuentran la obesidad, las alteraciones estructurales del pie (pie plano), la gestación, la bipedestación habitual y prolongada, factores hormonales o el sedentarismo. Estos factores inciden tanto en el desarrollo de la lesión como en su cronicidad. Algunos otros, como la malnutrición, el uso de drogas a nivel parenteral, así como ciertas comorbilidades, contribuirían también la esta cronicidad en su evolución.
La hipertensión venosa es por consecuencia de la disfunción de las variables hemodinámicas del flujo venoso, por lo que se produce un aumento de la presión sobre los segmentos distales (mayor de 10-15 mmHg) que contribuye en menor o mayor medida una disfunción de los mecanismos de bomba muscular. La estasis venosa produce alteraciones hemorreológicas y la activación leucocitaria que deriva en fenómenos de trombosis capilar, con daño de la célula endotelial, migración de macrófagos al intersticio tisular y liberación de radicales libres, infarto tisular. Se producen, por lo tanto, cambios en la microcirculación que provocan isquemia tisular y el desarrollo de la lesión.