Cuidados de la piel en las LESCAH

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Cuidados de la piel en las LESCAH

 Se debe contar con un plan estructurado de cuidados de la piel basados en una adecuada limpieza/higiene de las zonas cutáneas expuestas a la humedad humedad

La limpieza cuidadosa de las zonas expuestas a la humedad prolongada, así como un correcto secado de la piel, constituyen el primer paso para mantener la integridad cutánea, especialmente en el caso de pacientes incontinentes o con pieles frágiles o vulnerables.
 
Tradicionalmente jabón y agua se han utilizado para limpiar la piel. No se puede hablar de evidencia sobre cuál sería la frecuencia óptima, la técnica de lavado y el tipo de secado más adecuado para mantener la hidratación de la piel y su función protectora; sin embargo, la utilización frecuente y reiterada de jabones convencionales se considera una técnica demasiado agresiva para pieles expuestas a humedad y para pieles frágiles.
 
El agua durante el lavado produce una acción mecánica (acción de arrastre) que ayuda a eliminar los residuos orgánicos presentes en la piel, y una acción química que facilita la disolución de las sustancias químicas solubles. Si el agua utilizada en el lavado está demasiado caliente, podría originar, además de lesiones por el calor, un secado excesivo e innecesario de la piel.
 
Las soluciones jabonosas al contener ácidos grasos o triglicéridos y surfactantes iónicos como el lauril sulfato sódico, pueden producir, por el uso frecuente y repetitivo, o al entrar en contacto con las heces y la orina, puede aumentar aún más el pH de la piel provocando una alcalinización de la misma, reducir el grosor del estrato córneo e incluso deteriorar o eliminar el manto hidrolipídico cutáneo, así como, alterar el equilibrio de la flora saprofita con el consiguiente aumento del riesgo de colonización por microorganismos patógenos y favorecer una dermatitis de contacto, o empeorar la existente. Se estima que la piel tarda, en condiciones normales, sobre 45 minutos en restaurar su pH normal (entre 4, 8-5, 6), pero en casos de exposiciones prolongadas a la humedad o la incontinencia, este proceso puede durar hasta 24 h.
 
El secado posterior al lavado con agua y jabón requiere una adecuada técnica, especialmente en pacientes incontinentes, ya que es uno de los procedimientos que mejor previene el riesgo de lesión cutánea por humedad y evita el excesivo enfriamiento corporal (sequedad de la piel). La piel debe secarse con suavidad, con mucho cuidado, mediante pequeños “toquecitos”, evitando el roce de la piel ya que esto puede conducir a la fricción y generar malestar, prestando especial atención en las zonas de los pliegues, zonas perianal y perigenital.
 
En casos de eczema cutáneo (dermatitis), piel macerada o que presente lesiones cutáneas (grietas, fisuras o pequeñas excoriaciones), se recomienda utilizar productos limpiadores de acción de un solo paso (aplicar y retirar sin enjuagar); estos productos (aerosoles o toallitas desechables) al no utilizar agua para su aclarado, proporcionan más beneficios (menor coste, menor tiempo de cuidados y mayor efecto desodorante), además de que no dejan la piel ni excesivamente seca, ni excesivamente húmeda y por lo tanto no alteran la función protectora de la piel como por el lavado con agua y jabón.
 
Diversos estudios consideran que un mejor conocimiento, por parte de los profesionales y los propios usuarios, sobre los diferentes productos de higiene disponibles y sus beneficios, ayudaría a mantener el cuidado de la piel. De ahí la necesidad de elaborar un plan de educación sanitaria estructurado y comprensible para todos los niveles a los que está dirigido y que integre tanto a los profesionales como a la red de cuidadores informales.

 

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